El impacto a largo plazo en el paciente COVID-19 implica un factor de riesgo para aumentar la mortalidad y los que sobreviven llegan a tener secuelas cognitivas como confusión, agitación, delirio, encefalitis y, a largo plazo, depresión y ansiedad.
La revista The Lancet Psichiatry reportó en pacientes COVID de Japón, Francia, China y Hong Kong síntomas como confusión, agitación e insomnio. En Wuhan, China, se registraron 217 pacientes hospitalizados con complicaciones cerebrovasculares, encefalopatías y alteraciones neuromusculares. En Francia fueron 49 pacientes afectados con confusión y anormalidades en la resonancia magnética.
Una hipótesis explica que el SARS-COV-2 entra al Sistema Nervioso Central a través del epitelio nasal, que afecta al bulbo olfatorio; otra propone que el virus se adentra por el torrente sanguíneo; y una tercera opción sería que el organismo genera una respuesta inflamatoria y producción de anticuerpos. En pasadas epidemias por el SARS-CoV-1 y MERS-CoV, virus parecidos al que causa el COVID-19, se ha visto que el virus persiste en el Sistema Nervioso Central después del tratamiento, pues se queda en partes del cerebro durante un tiempo.
Otra de las principales complicaciones que se han visto en pacientes con el COVID-19 en el mundo es la enfermedad cerebro vascular, de acuerdo con artículos de las revistas científicas Jama Neurology y New England Journal of Medicine.
De 214 pacientes hospitalizados, 16 (el 7.5 por ciento) presentaron alguna alteración en el estado de conciencia (delirio, enfecalitis) y seis (2.8 por ciento) tuvieron algún evento cerebro vascular. En otra muestra de 49 pacientes, 40 (69 por ciento) reportaron agitación y de ellos otros 26 fueron positivos en delirio y a 3 alguna enfermedad cerebro vascular.