Las heces de los perros que no son recogidas son un problema de contaminación y foco de enfermedades; al ser dejadas en la calle comienzan con mal olor, moscas, personas pisándola, etc., después se solidifican y se convierten en polvo permitiendo que el viento las lleve y las disperse contaminando agua, alimentos y el aire que respiramos.
Entre las bacterias que se pueden contraer por medio de agua, alimentos o aire contaminados son la salmonelosis, brucelosis, tuberculosis, leptospirosis, cólera, provocando, dolor abdominal, diarrea, vómito, deshidratación, fiebre, dolor de cabeza y escalofríos.
Los parásitos que puedes ingerir por medio de agua contaminada y alimentos en la calle son, ascaridosis, filariasis, hidatidosis, leishmaniasis, amebiasis hepática y toxoplasmosis, parásitos que se localizan en el intestino y/u otros órganos, provocando diarrea, incoordinación, fiebre, dolor abdominal, dolor de cabeza, vómito, retención de líquidos, lesiones en el intestino como irritación y úlceras.
La manera de deshacerse de las heces no es arrojándola a la basura, pues no se sabe cuál es el manejo que se le da, lo mejor es recogerla y tirarla en la coladera (si se está en la calle) o en el retrete.
No recoger las heces o dejarlas fuera de un contenedor convierte a quién este paseando al perro en acreedor de una infracción: una multa equivalente de 21 a 30 veces la Unidad de Cuenta de la CDMX vigente o arresto de 25 a 36 horas, de acuerdo a la ley de cultura cívica.
Es labor de los ciudadanos pedir áreas dedicadas a los perros, obligar a las autoridades a actuar en contra de los dueños irresponsables y no ser partícipes al ser solo observadores.